Un país de locos

DESDE LECHERÍA.- El comportamiento exhibido por cientos de ciudadanos al siguiente día de las medidas anunciadas en cadena presidencial por radio y televisión, es un ingrediente más de la atipicidad con la cual la población venezolana asume como respuesta a hechos naturales en el mundo de las finanzas y del mundo político. Así fue cuando aumentó de la gasolina durante los segundos períodos de los gobiernos de Pérez y Caldera.

La gente salió como loca a llenar los tanques de sus carros como si estos le fueran a durar toda la vida. El sábado pasado y el domingo volvimos a mostrar con orgullo esa extraña capacidad que tenemos para dejarnos llevar por el pendejo que todos los venezolanos llevamos por dentro (Uslar Pietri Dixit) echando las bases para la especulación, creando inversamente a lo que sostienen los economistas que la “especulación es hija de la inflación” una situación de desabastecimiento, sólo que esta vez, a Dios gracias, no se trata de artículos estrictamente de la cesta básica. Porque así como pasaron horas y horas en tiendas de electrodomésticos pudieron estarlo también en panaderías y supermercado de víveres, total, algún día se van a necesitar. Vamos a estar claros, con toda seguridad los que estuvieron a tempranas horas de la madrugada y bien avanzada la noche, luchando en un comercio por llevarse un televisor, una nevera o una lavadora, tienen en sus hogares todos los electrodomésticos de la línea blanca. Como decía el más universal de los venezolanos: bochinche, bochinche, bochinche.

Bien temprano se dio cuenta Francisco de Miranda que a este pueblo le encanta una guachafita, aún en los momentos más aciagos de la vida, como sirve de ejemplo el comportamiento de caraqueños y orientales en los sucesos terribles del año 1989.

Otra situación que vale la pena comentar es la posición de los economistas que giran alrededor de la oposición y de ciertos líderes que se venden como tal.

Tenían unos cuatro años gritándole al gobierno que devaluara el bolívar, que mantener el dólar controlado a 2.15 era insostenible. Una vez que el presidente se decide a devaluar, en vez de sentirse complacidos porque, según ellos, eso es lo económicamente político correcto inundan los medios de comunicación para alertar que las medidas son inflacionarias, tardías y van contra la mayoría y hará más pobres a los pobres. ¿Quien los entiende, entonces? Pura irresponsabilidad y demagogia.

Están como el cuento del español aquel que pidió que si moría en Sevilla le enterraran en Madrid y si moría en Madrid lo enterraran en Sevilla. Al preguntarle la gente: ¿y para qué, Manolo?, el hombre contestaba: “Pa’puro jodé, hombre”. Por eso no terminan de conectarse con los sectores mayoritarios. El oportunismo lo tienen a flor de piel. Qué cosas no, ni sirve el gobierno ni sirve la oposición. Ambos viven enfrascados jugando en cada una de sus acciones a destruir al otro, mientras destruyen al país.

Vamos embalados, como nunca, a convertirnos en la nación rica más pobre del mundo. Cada vez damos las mayores muestras de la falta de solidaridad entre nosotros. La ambición desmedida de quienes se dedicaron al comercio y la corrupción genética de nuestros dirigentes (gobierno y oposición) nos ha llevado a perder nuevamente la oportunidad de montarnos en la ola del primer mundo. Definitivamente un país de locos. Ante este panorama debemos tener claro quiénes deben ser nuestros representantes en la Asamblea Nacional y a ese tema dedicaremos nuestro próximo artículo.

panchoaguilarte@hotmail.com

2 Responses to Un país de locos

  1. dayana cova dice:

    USTED TIENE ABSOLUTAMENTE TODA LA RAZON…

  2. franklin c dice:

    Es toda la verdad.Necesitamos dirigentes que piensen mas en el país y no en sus particulares intereses

Replica a franklin c Cancelar la respuesta