Enfrentando la crisis

DESDE ESPAÑA.- Una forma sencilla de constatar que los Estados Unidos se encuentran en medio de una inmensa crisis financiera es la información que discuten en todos los programas de opinión y en los noticieros que no es otra que la declaración de quiebra de General Motors, el gigante automotor que constituye una seña de identidad de este país.

Desde que uno se levanta hasta que se acuesta esta inmensa realidad gravita sobre el público, que se pregunta qué pasará con los autos que ya se han comprado o si tendrá éxito el proceso de rescate por parte del Gobierno, que es ahora el dueño del 70% de las acciones de la empresa.

Una de las cuestiones que me parece más interesante es el perfecto conocimiento que tienen todos que la empresa no es del Gobierno sino que es de todos ellos y de allí la abierta discusión sobre la utilidad de gastar el dinero de los administrados o lo que es lo mismo, de los que pagan los impuestos en el rescate de una empresa que ha jugado mal sus cartas.

La libertad de opinar y de buscar información hace que el espacio público se llene de información de todo tipo por lo que apenas pasados tres días, cada quien puede hacerse su propia idea acerca de lo que se cocina con el proceso de salvataje.

Algunas personas desconfían y no están de acuerdo con que el Estado invierta el dinero del público para convertirse en administrador de una empresa privada mientras otros dedican más atención a la realidad de la nueva empresa.

Parece una cuestión de acuerdo general que la GM o como algunos prefieren llamarla, Government Motors, ha de reducir su tamaño a niveles manejables, apostará por vehículos más pequeños y se dedicará a investigar con más ahínco acerca de nuevas fuentes de energía limpia para los autos.

Mientras la población mantiene un cierto nivel de optimismo y una buena opinión del presidente Obama, no le dan un cheque en blanco y mantienen sus reservas acerca de la decisión tomada, concediéndole un margen de tiempo para que ponga en claro el programa que piensa desarrollar.

A su vez, el Gobierno ha mostrado mucha firmeza en sus decisiones y las ha comentado en forma clara con la población, por medio de apariciones precisas, sencillas y cortas, en las que el Presidente explica sus actuaciones y se somete a la opinión pública, destacando por qué se ha visto obligado a tomar decisiones, en muchos casos dolorosas.

Por su parte, los representantes del pueblo, han hecho un escrutinio público de las decisiones del Gobierno sin importar de qué lado del espectro político se encuentran y cuando piensan que algo no está bien, niegan su voto al Presidente demócrata, que debe entonces ajustar sus expectativas o corregir los planes de acción.

Por encima de todo, la gente mantiene una actitud positiva y abierta ante la crisis, creen que sus autoridades serán capaces de enfrentar los retos mientras cada uno de ellos asume la tarea que considera que puede ayudar al restablecimiento de la economía. Muchos se dedican a atender a las personas de menos recursos y las iglesias asumen agresivos programas de atención a desempleados.

Las redes sociales funcionan con prontitud y mantienen la cohesión comunitaria, generándose un ambiente de optimismo y seguridad en el futuro. Para los americanos no importa cuánto tiempo será necesario para superar la crisis sino la fe absoluta en que lograrán superar la adversidad.

No me queda más remedio que asegurar que frente al pesimismo europeo frente a la crisis, resulta refrescante observar los beneficios de una democracia fuerte, con un espacio público amplio y generador de una atmósfera de confianza en el futuro.

Olivia Biasini

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