DESDE CARÚPANO.- Para desembarazarse de la responsabilidad -intransferible- de haber causado y de seguir causando la ruina de Venezuela en los 11 años que suma de gestión imperdonable, el gobierno «bolivariano, revolucionario y socialista» -inepto, militarista y corrupto, está queriendo vender, nacional e internacionalmente, la especie de que no hay tal, de que el país se desarrolla vigorosamente en todos los órdenes.
La especie es divulgada por todos los confines del mundo desde nuestras embajadas, y está siendo acogida y adaptada a sus países por los gobiernos tan generosos -dolosamente- subsidiados por el presidente venezolano.
Así, los gobiernos de Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, entre otros, prohijan la falacia «bolivariana, revolucionaria y socialista», que se fundamenta en el traslado de las culpas de las desgracias nacionales a los medios de comunicación social y a los periodistas que estarían criminalmente confabulados en la distorsión de la realidad para desacreditar y desestabilizar al gobierno. Sería incierto, según esa campaña oficialista, que en Caracas son asesinados 50 y más ciudadanos cada fin de semana y que la cifra supera los 100 muertos en todo el territorio nacional.
Falso que la capital venezolana haya escalado la posición de ciudad más peligrosa de América Latina, y una de las más riesgosas del mundo. Falso que haya inseguridad colectiva, y que el crimen organizado constituya un poder real en el país. Falso que el gobierno sea el más corrupto de la historia nacional, y uno de los más corruptos del mundo. Falso que la inflación supere el 30%, que el desempleo supere el 25%, que Pdvsa se encuentre en situación precaria, que la pobreza haya crecido a niveles de 80%, que la educación y la salud estén en franca quiebra, que estén desapareciendo el paludismo, la tuberculosis, la lepra y otras enfermedades vencidas desde hace más de cincuenta años por la acción eficaz de los gobiernos democráticos.
Falso que el jefe del gobierno «bolivariano, revolucionario y socialista» concentre en sus manos y en su voluntad todos los poderes del Estado. Falso que el gobierno «bolivariano, revolucionario y socialista» esté convirtiendo a Venezuela en vulgar colonia cubana. Falso que el G-2 cubano ejerza poder en la institución armada, y falso que el gobierno cubano controle y dirija las actividades fundamentales de la administración venezolana.
Falso el recrudecimiento del analfabetismo y falso también la caída vertical de la cultura nacional. Falsa la quiebra de las instituciones y falso el desmantelamiento de las estructuras físicas de la Nación. Falsa la devaluación de Venezuela como Nación.
Todo se debería a propósitos inconfesables, criminales, de los periodistas y de los medios de comunicación, «lacayos del imperio, vendidos al imperio», según la campaña oficial, que dice promover una cruzada en defensa «de la salud mental de los venezolanos» diariamente vulnerada por «las mentiras de los periodistas y los medios de comunicación independientes». No podía inventar mejor excusa el gobierno «bolivariano, revolucionario y socialista».
Héctor Strédel